miércoles, marzo 28, 2007

De su vinculación con la pizzería Güerrín

Indudablemente la vida de mi abuelo (i.e. Roberto Gatto) tuvo sus orígenes en Buenos Aires, en la zona de Parque Chas. Un frió amanecer de verano lo iluminó por vez primera, allá por el año 1918.

Poco sabemos de sus padres (...) pero sabemos que muy de chico comenzó a despuntar su vicio de ser mandado.

Tenía 14 años (el salto temporal se debe a que nos reservamos los anteriores años para un potencial enriquecedor relato) cuando tuvo un importante mandato en su novel vida.

Atención, su más temprana edad se relaciona con la eterna pizzería Guerrín

La pizzería Güerrín está entre las más antiguas y tradicionales de la calle Corrientes, fue fundada hacia el año 1932 por el Sr. Arturo Malvezzi y el Sr. Guido Grondona que habían llegado de Italia en el año 1927.

A estos, apenas llegados al país se les impuso la idea de fundar una pizzería.

La propiedad elegida para este fin estaba ubicada en la calle Corrientes entre Uruguay y Talcahuano. El Sr. Malvezzi tenía pensado viajar a Francia para adquirir la propiedad ya que los propietarios de la misma estaban en Francia.

La idea no presentaba inconvenientes.

Esa mañana de julio de 1931, en la dársena norte, frente a la imponente nave Andrea Doria, un episodio marcaría el futuro de nuestro paladín (quien más que Roberto Gatto) ya que Don Malvezzi fue herido de muerte por un proyectil emanado Dios sabe de donde.

Nadie podía socorrer a éste (no nos referimos al proyectil), y el joven Roberto se estaba dedicando ínterin, a mandar algunos bártulos en zonas aledañas.

Socorrerlo y escuchar sus lamentos fueron un mismo acto. Se tardó menos que lo que demandan estas líneas en explicar el herido al paladín su propósito en el viejo continente, y fue entonces cuando Roberto optó por encaminarse al buque y enfrentar al ancho mar con el mandato del sucumbido italiano.

Muchas peripecias enfrentó en el viejo continente para lograr su cometido.

Advertimos de la mera existencia de la pizzería que su gestión fue fructífera y que el mandato fue logrado.

Asimismo nos señala el porque mi familia fue siempre agasajada con una porción de faina y un vasito de moscato en la brillosa barra de Guerrín.

Encararemos en las próximas entregas algunas de las funambulescas aventuras de Roberto Gatto en Europa y trataremos de recordar sus orígenes hasta que descubrió que si todos corrían detrás de la pelota el juego no es vistoso y los objetivos se confunden.

Roberto Gatto (.n)

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